Tras el verano y, aunque aún nos quedan bastantes bodas por hacer, se va acercando el final de la temporada.

Echando la vista atrás, pensamos en todas las que hemos decorado y seleccionamos dos de ellas, muy diferentes entre sí, pero con detalles que las han hecho originales.

La primera, una boda en el campo, en unas antigüas caballerizas. Lo que pide un entorno así es el esparto, la paja, lo silvestre, la madera, manteles de cuadros rojos y blancos...Todo eso pero de tal manera que quede distinguido, fresco, nada típico. Y creemos que se consiguió:

La segunda, una boda en interior, tropical, exuberante pero elegante a la vez. En jarrones negros, dorados, que resaltan los verdes y colores de las flores exóticas.

Ahora tocan las bodas otoñales...¡¡que nos encantan!! 🙂